El sector de la construcción debe tener un compromiso con la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU para 2030 porque el uso que hacemos de los edificios tiene un impacto ambiental muy elevado. De hecho, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estima que actualmente la edificación es responsable del 38 % de las emisiones de CO2 a nivel global y, en el caso de España, los edificios generan el 40% del consumo energético del país.
Por este motivo es fundamental aprovechar la oportunidad que brinda la Unión Europea al haber puesto en marcha el plan de recuperación Next Generation. Una iniciativa basada en la movilización de recursos que incluye el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, dotado con 750.000 millones de euros (entre transferencias y préstamos) y cuyas medidas integran la mejora de la eficiencia energética de edificios públicos y privados. De hecho, una de las prioridades de este plan de recuperación es la rehabilitación de 35 millones de edificios en la próxima década.
Es a través del Plan de rehabilitación de vivienda y regeneración urbana cómo el Gobierno de España va a emplear estos Fondos Europeos de Reconstrucción y ejecutar un programa de recuperación de edificios y entornos urbanos, impulsando la eficiencia energética. El proyecto, que movilizará hasta 6.820 millones de euros entre 2021 y 2023 y que, apuesta por la colaboración público-privada, espera crear 188.300 puestos de trabajo directos y aportar 13.500 millones de euros al PIB. Desde la Asociación de Fabricantes Españoles de Lanas Minerales Aislantes (Afelma) pensamos, por tanto, que estamos ante una oportunidad única para relanzar el sector y volverlo a convertir en motor de la economía y del empleo, tras la pandemia.
Por ello, hemos promovido reuniones con gobiernos e instituciones para, aprovechar los fondos de recuperación de la UE, proponer actuaciones de rehabilitación encaminadas a mejorar el ahorro energético, pero también a ofrecer más confort y seguridad en los inmuebles, algo que se ha vuelto fundamental durante la pandemia.
El Pasaporte Energético ha sido una de las medidas propuestas, cuyo objetivo principal es facilitar, fomentar y financiar las actuaciones de rehabilitación progresiva en edificios residenciales para mejorar su eficiencia y reducir la demanda energética anual en calefacción y refrigeración. Nuestra idea es promover rehabilitaciones que en un primer momento reduzcan las necesidades energéticas del edificio mediante la mejora del aislamiento térmico de la fachada, de la cubierta y del suelo; y en etapas posteriores la mejora o sustitución de los sistemas de calefacción y refrigeración, producción de agua caliente sanitaria y ventilación para el acondicionamiento de la vivienda.
Por otro lado, la rehabilitación también es clave para combatir la pobreza energética, que actualmente afecta a 34 millones de europeos, para quienes es vital reducir las facturas ocasionadas por el gasto de energía en las viviendas, especialmente el generado por los sistemas de calefacción, que podría paliarse mediante los citados sistemas de aislamiento térmico apropiados.
Apostar por una construcción sostenible y eficiente que mejore la calidad de vida de las personas debe ser nuestra prioridad. Ya no solo porque sea el reto final de la Agenda 2030 de la ONU sino porque debe ser nuestro compromiso como seres humanos para garantizar la vida a generaciones futuras.