AFELMA (Asociación de Fabricantes Españoles de Lanas Minerales Aislantes) conmemoró el pasado 5 de marzo su cuarenta aniversario, coincidiendo con el Día Mundial de la Eficiencia Energética, bajo el lema: 40 años de compromiso con la calidad en la edificación.
El acto, que se celebró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, fue presentado por Mónica Herranz, Secretaria General de AFELMA, quien agradeció el esfuerzo de las empresas asociadas y profesionales colaboradores que han hecho posible este aniversario. Reclamó el compromiso de instituciones, organizaciones y profesionales para alcanzar la calidad en la edificación, por respeto a las generaciones futuras.
La calidad en la edificación, clave para la calidad de vida
La inauguración corrió a cargo de Oscar del Río, presidente de AFELMA, que identificó la calidad de la edificación como un elemento central de la calidad de vida porque “en los edificios, hogares o del ámbito laboral, pasamos cerca del 80% de nuestro tiempo”. Señaló que este reto requiere avances más intensos, por ejemplo, en materia de aislamiento, un sector en el que hoy se emplean poco más de los 2 o 3 cm que se usaban hace 20 años.
Recordó que la Eficiencia Energética ha transcendido su utilidad económica inicial y hoy es un instrumento contra el cambio climático, la pobreza energética o la conservación del planeta. Desde esta perspectiva, señaló, es “una senda que sigue presente para reducir el consumo final de energía en climatización, que alcanza el 50% en la UE, correspondiendo a los edificios el 80%”.
No obstante, reconoció que había otros criterios que deberían inspirar la renovación del inmobiliario: protección contra el ruido, calidad del aire interior (un concepto que se abre paso) y una mayor seguridad ante incendios, porque de los “25 millones de viviendas, un 93% están construidas antes de la entrada en vigor del DB HE o del DB HR”. Enunció las actuaciones de AFELMA para satisfacer estos objetivos: alianzas con organizaciones profesionales, formación en materiales y soluciones para aportar más rentabilidad a las actuaciones edificatorias y acuerdos con organizaciones sociales para promover la sensibilización ciudadana. Por supuesto, recalcó “el diálogo franco y constructivo con las instituciones” en la elaboración de las normas.
Denunció las actitudes resignadas que buscan justificaciones para que los avances en la calidad de la edificación sean tímidos y enfatizan los aspectos ajenos a la edificación (por ejemplo, los argumentos de que España es un país cálido, nuestro carácter provoca ruido, etc.). Reclamó, por el contrario, una actitud comprometida con la calidad, “pensar en grande”, en los “objetivos de corto y largo plazo, la vida de hoy y la de las generaciones futuras” porque cada vez que se levanta o rehabilita un edificio estamos hablando de una actuación que “dejará sentir sus efectos a lo largo de medio siglo o más”. Por todo ello, concluyó, es preciso abordar “una mejora ambiciosa del marco normativo y la convergencia de nuestras normas con Europa”, para lo que “tratamos de impulsar la acción de los poderes públicos”.
Las iniciativas de las instituciones en eficiencia energética
Esta mesa contó con la presencia de Pilar Pereda, del Área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid; Joan Herrera, Director General del IDAE y Luis Vega, Subdirector General de Arquitectura y Edificación del Ministerio de Fomento, que refirieron las iniciativas de sus respectivos departamentos en materia de eficiencia energética y felicitaron a AFELMA por su continuidad, valor clave para obtener resultados a largo plazo en eficiencia energética.
Pilar Pereda explicó la apuesta del Ayuntamiento por el que todos los edificios nuevos (escuelas, viviendas municipales, etc.) fueran de energía positiva a partir de 2016, ya que su vida útil transcurrirá bajo el criterio más exigente que imponen las normas que se avecinan. No obstante, reconoció que el grueso de las actuaciones se llevan a cabo a través del Plan MADRE, en la “ciudad existente”, cuyos objetivos son el reequilibrio territorial (para corregir las diferencias de hasta 7 años en la esperanza de vida entre distritos), la accesibilidad, evitar la vulnerabilidad y la soledad y reducir la contaminación y la mortalidad a ella asociada.
Indicó que entre 2016 y 2018 se cursaron más de 2.800 solicitudes de rehabilitación de edificios que afectan a más de 63.000 viviendas, de las cuales la eficiencia ha pasado de representar el 20% al 25%, suponiendo una reducción de 56.000 millones de T/año CO2.
Joan Herrera afirmó que estamos ante un cambio de época: “somos la primera generación que va a vivir el cambio climático y la última que puede evitar sus efectos”, lo que plantea un reto moral y a la vez una oportunidad de país, ya que la dependencia energética de España (73%) es la más elevada del continente, por lo que “128 millones de euros al día salen para comprar carburantes”.
Esta oportunidad apela a todos los sectores, entre ellos la edificación, porque el objetivo para 2030 es reducir en 15 puntos la dependencia, para lo que es preciso abordar la Transición Energética a través del ahorro y la eficiencia energética y del impulso de renovables, pero insistió, “lo digo por ese orden”. Las fuentes para la financiar este reto son el Fondo Nacional de Eficiencia, el programa FEDER y el Plan Nacional de Vivienda.
Desgranó los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que entre 2020-2030 establece que la rehabilitación de la envolvente de 1,2 millones de viviendas deberá aportar un ahorro del 31% de la energía final consumida; y que la rehabilitación del parque público debe superar el 3%, es decir, 3,7 millones de m2. Así mismo, avanzó que la nueva regulación del autoconsumo creará conciencia energética e impulsará otras actuaciones, como el aislamiento.
Por su parte, Luis Vega recalcó la unidad de criterio de la Administración porque es común el marco estratégico definido por la Ley de Cambio Climático, el modelo de transición y el PNIEC, respecto al que declaró asumibles sus cifras: reducción de 6 millones de toneladas de CO2 y de 10 Mega tep hasta 2030.
Insistió en dar prioridad a la eficiencia porque así se evitan necesidades de demanda energética que provocan consumos y, aunque para satisfacerla “la energía sea renovable, su generación, transporte…cuesta dinero”. Más allá de la energía, dijo, “los edificios tienen sus propios objetivos como satisfacer la aspiración a una vivienda digna” para lo que hay que hacer las cuentas globales que superen “el enfoque economicista” (realizar solo intervenciones rentables) porque hay otros intangibles que hay que computar, como el empleo, la sostenibilidad, el confort…
No obstante, aclaró que, en rehabilitación, el marco regulatorio es secundario, siendo lo fundamental las ayudas y la sensibilización. En este sentido otorgó al CTE un papel de directriz que define hacia dónde vamos para que el sector se movilice y se llegue a intervenciones globales.
Mantuvo las previsiones para aprobar la modificación del DB HE en los seis primeros meses y esbozó sus principales líneas: huir de la segmentación de consumos porque se miden las necesidades energéticas globales del edificio y hay que “reducir todo”; y recuperación de la calidad de la envolvente, para evitar que sea un sumidero de energía al exterior, para lo que se han incrementado los valores respecto a la situación anterior, sobre todo en edificación existente, a la que se le pide lo que antes se pedía a la obra nueva, “pero siempre pensando que en muchos edificios los objetivos para edificios de nueva planta se pueden conseguir en existentes”.
Las empresas asociadas a AFELMA hablan de acústica, seguridad y eficiencia energética
A continuación, tomaron la palabra Patrice Azais, un histórico de la asociación, que declaró sentirse orgulloso de todos los que han hecho posible estos 40 años. Definió a AFELMA como una organización de vanguardia que hablaba “de rehabilitación antes de la crisis de la construcción, de exigencias térmicas más intensas antes del EECN” o “de la contaminación acústica ya en 1998”. Recordó la decisión estratégica de colaborar con los fabricantes de placa de yeso para realizar ensayos acústicos y ofrecer a los profesionales un Catálogo de Soluciones Acústicas y Térmicas para cumplir el CTE, al que calificó como “el mejor de Europa”.
Nicolás Bermejo justificó la eficiencia energética “porque solo tenemos un planeta”, con unos recursos y una capacidad de absorción de GEI limitada y recordó que “tenemos un compromiso como país de reducir un 40% las emisiones de CO2 en 2030 y un 60% en 2040”.
Recurrió a las cifras macro para mostrar la necesidad de intensificar la estrategia de la eficiencia energética en España porque nuestra dependencia energética se sitúa en el 80%, frente al 54% de la UE y genera déficit en nuestra balanza Energética de 46.000 millones de euros. En 2018, España importó más de 67 Ktns de petróleo. “Cada vez que en España subimos la calefacción, nuestra riqueza disminuye” y supone un gran esfuerzo mantener las condiciones de confort para un hogar medio que consume unos 10.000 kWh, lo que conlleva a la aparición de situaciones de pobreza energética (6,8 millones de personas, según ACA).
Recordó, en el tramo final de su exposición, que el 25% del consumo energético europeo proviene de procesos industriales, carentes de una normativa que regule su eficiencia energética. Según el estudio Ecofys de EiiF en España, el potencial de ahorro en el sector industrial equivale al consumo energético de 1,2 millones de viviendas o a las emisiones de CO2 de 1,7 millones de coches.
Pedro Luis Fernández-Cano aportó la visión de AFELMA sobre la seguridad de las edificaciones en caso de incendio, reconociendo la mejora de las normativas desde el año 2000 y la ayuda que supusieron “las Euroclases como estándar para medir la reacción al fuego en toda Europa y su obligatoriedad para la consecución del Marcado CE”, que permite comparar normativas nacionales y saber cómo estamos en cuestiones de seguridad. Aplicado a sucesos como el desgraciado incendio de Grenfell, ofrece un enorme conocimiento y experiencia para extraer conclusiones y cambios normativos. Abogó por que los países analicen las conclusiones y las asuman porque el siniestro podría haber ocurrido aquí mismo.
En la misma línea, solicitó aprovechar la experiencia de otros países sobre seguridad en caso de incendio en los sistemas de aislamiento por el exterior (Sate o fachadas ventiladas), que con la rehabilitación comienzan a ser populares en España. Aplicaciones “fantásticas por su ahorro energético, pero que plantean retos importantes a nivel de seguridad”, ya que según el sistema y los materiales empleados, pueden ser muy seguros o poco seguros.
Finalmente reclamó una revisión del DB SI en línea con los países más exigentes de la UE y que se adopten de forma dinámica las mejoras que se produzcan otros países. Además, solicitó evitar que la rehabilitación térmica se convierta de facto en un agravante de la seguridad contra el fuego. Por último, insistió en que los usuarios deben conocer y exigir la información sobre reacción al fuego de los aislamientos que se instalan y cómo éstos les ayudan a protegerlos en caso de incendio.
Ramón Ros finalizó este apartado hablando sobre la importancia de la acústica en la calidad de vida. Se remontó a un anuncio de un socio fundador de AFELMA en 1976 que rezaba “Construir bien es aislar mejor”. Lo que entonces era “predicar en el desierto hoy está en boca de todos”. En esa misma década, señaló que “la Convención de Estocolmo (1972) reconocía que el ruido es uno de los agentes contaminantes más agresivos, tanto en las ciudades como en la industria”.
Relacionó los múltiples efectos del ruido sobre la salud (alteraciones auditivas, estrés, irritabilidad, dolores de cabeza, etc.), destacando que el ser humano no descansa con un nivel de ruido superior a los 35 dB. Y refirió las innegables consecuencias económicas sobre el turismo de calidad, que es absolutamente incompatible con el ruido, el precio de los inmuebles, que pueden devaluarse un 50%, y el coste del tratamiento de las patologías del ruido para los sistemas sanitarios y para la productividad de las empresas. Una vez más, concluyó, “observamos como el binomio salud y edificación aparecen en la misma ecuación”.
Todo esto le llevó a afirmar que “el ruido es el problema silencioso, no ocupa espacio en los medios. Está ahí, pero no se habla de él”. Tal y como reflejaba en 2017 la Encuesta del INE sobre Condiciones de Vida, el ruido procedente de los vecinos o del exterior es un problema para el 15,1% del total nacional de hogares, es decir, 2.790.000 hogares tienen problemas de ruido.
Reclamó una revisión más exigente del DB HR, ya que nuestras normas acústicas son de las más laxas de Europa. Además, solicitó condicionar la entrega de la cédula de habitabilidad a la comprobación de la norma acústica por medio de mediciones in situ; e incrementar la información del usuario por medio de una certificación acústica a semejanza de la certificación energética.
Los retos de la edificación según organizaciones sociales y profesionales
José Luis López, Director de ACA-Asociación de Ciencias Ambientales, definió la pobreza energética como un “sobreesfuerzo o capacidad de pago de la factura energética” (gastos de climatización, iluminación, cocina, consumo del agua caliente sanitaria, etc.). Su origen es el incremento de precios de los suministros (el tercero mayor de la UE28 en electricidad y el primero en gas natural) y el estado de la edificación, responsable del 17% del consumo final de energía y del 25% de CO2.
En 2016, un 29% de la población (13,2 millones de personas) padecía gastos energéticos desproporcionadamente altos según ingresos. Para corregir esta situación, propuso, entre otras medidas, “elaborar una estrategia estatal de protección de los derechos energéticos de los ciudadanos y priorizar enfoques estructurales (abordar problemas desde la raíz, precios, edificación, etc.)
Por su parte, Carmen Rodríguez, presidenta de Adeces, Asociación pro Derechos Civiles, Económicos y Sociales, defendió que el ciudadano tiene que ser el beneficiario de la edificación. Criticó la poca exigencia del anterior DB HE que permitió que llegasen miles de viviendas al mercado con condiciones térmicas muy mejorables y la nueva propuesta porque, indicó, sigue derrochando la “ventaja del clima y consumiendo lo que no tenemos y contaminando lo esencial”.
Reivindicó una actualización del DB HE que explicite el nivel de consumo energético para que una edificación sea de verdad EECN, evitando equiparar este estándar con cumplir el DB HE. “No podemos hacernos trampas al solitario”, señaló. Además, reclamó un intenso plan de rehabilitación y una edificación que tenga en cuenta nuevos parámetros como accesibilidad, calidad del aire, aprovechamiento del agua, etc. y seguridad, ante la “devaluación imprudente” del DB SI.
Penélope González, de la junta Directiva de Aecor (Asociación Española para la Calidad Acústica), comenzó por denunciar el olvido de la acústica en la edificación, a pesar de sus consecuencias en la salud y en el confort. Reivindicó un incremento de las exigencias del DB HR, porque incluso con edificios construidos bajo la norma las encuestas de percepción señalan que la calidad acústica no es todo lo buena que debería ser; y una certificación acústica que permita “ver el punto en que nos encontramos”. También recordó lo importante que es proyectar “bien” para evitar problemas acústicos. Por último, señaló otros campos de atención como la acústica medioambiental y la acústica en la industria.
Carlos Rodero, presidente del Comité Sectorial de Productos de Protección Pasiva de Tecnifuego, Asociación Española de Sociedades de Protección Contra Incendios, inició su exposición señalando las dos grandes misiones de la asociación: detección temprana de un incendio para que pueda apagarse con medios locales y organizar vías de evacuación seguras, porque la experiencia demuestra “que cada vez los bomberos tienen menos tiempo para llegar antes del Flash Over”, ya que la carga de fuego de los edificios han subido mucho y los materiales son muy combustibles.
Más que por los retos prefirió preguntarse por lo que está ocurriendo e ilustró a la audiencia con ejemplos reales de mala ejecución para sentenciar “en construcción todo lo que no se ve y no se controla es perfecto. Lo malo es cuando lo miras”. Denunció la ausencia de control y la falta de protocolos correctos, como se ha podido ver en Grenfell, que puso el punto sobre la i.
La construcción, finalizó, “ha mejorado muchísimo, pero tiene que mejorar mucho más y esto se hace buscando los detalles”. Por ello propuso como soluciones partir del control: la calificación de instaladores, el control de la ejecución, el uso adecuado de los productos, el mantenimiento, y asegurar las prestaciones durante toda la vida útil.
Misión, nueva web y reconocimiento
Durante el acto de los 40 años, Oscar del Río recibió la entrega de una placa conmemorativa de manos de Paloma García, de UNE, Asociación Española de Normalización, en reconocimiento al compromiso de AFELMA con la normalización y su participación en los distintos órganos técnicos y en su Junta Directiva.
También se mostró la nueva web de la asociación, www.afelma.org, y se proyectó un vídeo con los valores de la asociación.